Covadonga es uno de esos lugares que da igual las veces que lo visites, siempre logra fascinarte como si fuera la primera vez y siempre encuentras en él algo de lo que no te habías percatado en un anterior viaje.
Sus lagos Enol y Ercina, situados en los Picos de Europa, son como una especie de postal, un paisaje casi nórdico en el que su belleza y la tranquilidad que se respira lo convierten en un auténtico remanso de paz en el que olvidarse del mundo y conectar con la naturaleza. Lo mismo sucede con la Santa Cueva de Covadonga que, excavada en una roca, justo encima de una cascada y un estanque, mantiene cierto aire místico.